jueves, 3 de febrero de 2011



----PRÓLOGO, INICIOS, HISTORIA-----

ANTONIO ZAMBRANO GOMEZ

Nací en 1962 en Barcelona. Soy técnico mecánico e hijo de artesanos del metal.
Ya desde mi tierna infancia, las plantas formaron parte de mi vida, pues en casa, mi madre ya nos deleitaba con sus preciosos colores.
Con 14 años vi el primer bonsái (pobre arbolillo, me pareció tan frágil...) en un libro de floristería y con sus escuetas indicaciones en su etiqueta comercial. Aquello quedó grabado en mi mente.
Siento no haber descubierto antes mi verdadera vocación, "EL BONSÁI"
En el año 1998, me inicié en este bello arte. Estuve dos años realizando pruebas sin ningún tipo de información, solo con la imaginación y algunos enseres fabricados por mi mismo, materiales caseros y cazuelas de barro como macetas. ( Aún tengo algunos en mi poder).
Cayó en mis manos el buen libro de DAN BARTÖN. Un gran descubrimiento, el cual, me inició más profundamente. ¡No estaba solo en esta aventura!
Fuí adquiriendo más libros y conocimientos. Empecé a relacionarme con más gente que compartía mi afición (Muy importante).
Agradezco a los realizadores del magazine "bonsái actual" por toda la información que me sirvió de mucho.
La curiosidad me llevó a descubrir una gran pasión escondida en mi interior y que ha ido evolucionando a más con el paso del tiempo.
Empecé con prácticas de tres o cuatro horas diarias y el máximo de fines de semana. La euforia penetro en mi corazón de una manera rotunda. Todo ello sin dejar mis labores a las que debía mi sustento.
Es tanto el arrojo que dedico a mis pequeñas esculturas naturales que a veces me olvido de comer o dormir acariciando sus formas.

En 2004, empezó mi otra pasión por la cerámica y creé algunas piezas orientadas a realzar la majestuosidad de mis pequeños amigos. En el año 2008, vi realizada gran parte de mi colección de macetas decoradas después de un completo estudio e infinidad de ensayos, los cuales, me llevaron al pleno convencimiento de que mi arte estaba aflorando de una manera sorprendente.

Cada una de mis obras expresan mis sentimientos. En el barro está marcada a fuego lento la huella de lo que un día imaginé.

Para elaborar buenas macetas se requiere, además de cariño, materiales de primera calidad para garantizar un producto con unas cualidades de durabilidad y resistencia extremas.
He contado con la colaboración inestimable de expertos maestro alfareros, los cuales, no tuvieron inconveniente en facilitarme esos pequeños pero valiosos secretos que hacen de un pedazo de arcilla, una esplendida pieza de decoración y a la vez, con unos atributos que lo hacen casi indestructibles incluso a la intemperie con sus cambios más extremos.

Valoro desproporcionadamente el sacrificio de mi familia y amigos por su incondicional apoyo y comprensión.

Ahora, continuemos con el viaje.